P. José Luis Correa Lira
Hoy, que la Iglesia recuerda a la joven virgen y mártir, santa Lucía, quiero compartir la información reciente (dada a conocer el 25 de noviembre pasado) sobre la próxima beatificación de una niña de Brasil.
El Papa Francisco aprobó el decreto que reconoce las virtudes heroicas de Odette Vidal Cardoso, una niña fallecida a los 8 años en Brasil, con lo que su causa queda solo a la espera de la aprobación de un milagro para la beatificación.
El Cardenal Tempesta, Arzobispo de Río, dijo que “Odetinha (Odette) es la primera venerable de nuestra Arquidiócesis y nuestra ciudad. Le pedimos a Dios que muchos de nosotros seamos reconocidos en nuestro camino de santidad, y que podamos seguir en el camino de conversión”.
Odette nació en Río de Janeiro el 18 de febrero de 1931, hija de padres portugueses. “Desde sus primeros años de vida tuvo una profunda percepción de la existencia de Dios. Tenía un fuerte deseo de estar siempre unida a Jesús, a quien percibía como una realidad viva y concreta”. Ella iba a Misa todos los días con su mamá y rezaba el Rosario todas las noches con su familia.
A los cinco años comenzó a recibir catequesis en el Colegio de la Inmaculada Concepción. Aprendió tan bien la fe que enseñaba el Catecismo a las hijas de los sirvientes y solía acompañar a su madre cuando esta realizaba obras de caridad con los pobres de Río; iba semanalmente a hospicios de ancianos abandonados, a orfanatos y particularmente al leprosorio.
En razón de su gran madurez, su director espiritual le permitió recibir la Primera Comunión el 15 de agosto de 1937 cuando tenía solo 6 años: “Hablaba de Dios y con Dios como si ella estuviera abandonada a Él en éxtasis y pedía a los demás que lo amaran de la misma manera.
La pequeña enfermó de tifus el 1 de octubre de 1939. Durante los 49 días que padeció la enfermedad, mostró una gran fortaleza pues no se quejó y soportó todos los sufrimientos con serenidad y paciencia.
Tenía una devoción particular a la Virgen María, San José, Santa Teresa del Niño Jesús, Santa Bernardita y San Tarcisio, mártir de la Eucaristía. Esta fe la sostuvo en sus sufrimientos y en su preparación para partir a la casa del Padre.
Lo único que quería era recibir la Comunión diariamente. Pocos días antes de morir recibió los sacramentos de la Confirmación y la Unción de los Enfermos.
Dios quiera pronto obrar un milagro por intercesión de esta futura santa para que avance más aun el proceso de reconocimiento de su vida de santidad y esto anime a muchos niños y niñas en la misma senda.
P. JL
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