P. José Luis Correa Lira
Celebramos al beato Juan Duns Escoto, sacerdote de los frailes franciscanos de la segunda mitad del siglo XIII y la década del XIV.
Como teólogo, defendió la humanidad de Cristo y preparó la base teológica para la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción.
En su Tratado del Primer Principio, utilizando la aplicación de la lógica deductiva en el terreno metafísico, intenta demostrar la existencia de Dios y la de sus atributos fundamentales. Sus argumentos giran alrededor de las esencias, los inteligibles y el orden ontológico que se puede establecer entre ellos.
Duns Scoto creó unos argumentos metafísicos para la existencia de Dios en su obra Ordinatio.18 Fueron inspirados por los argumentos de Aquino. Su explicación es larga y se puede resumir de la siguiente manera:
1 Un ser puede ser producido.
2 Algo se produce por sí mismo, por nada o por otro.
3 No por nada, porque nada surge de la nada.
4 No por sí mismo, porque un efecto nunca es causa de sí mismo.
5 Por lo tanto, se produce por otro; lo llamamos A.
6 Si A es el primero, entonces hemos llegado a la conclusión.
7 Si A no es primero, sino también un efecto, volvemos a 2). A se produce por sí mismo, nada u otro.
8 Del 3) y 4) la serie continuará infinitamente o finalmente llegaremos a algo que no tiene nada antes.
9 Una serie ascendente infinita es imposible.
10 Por lo tanto, existe un ser primero A.
Fue declarado Venerable por el Papa Juan Pablo II en 1991, quien reconoció oficialmente su culto litúrgico, beatificándolo efectivamente el 20 de marzo de 1993.
En el ‘Discurso de Ratisbona’, pronunciado por Benedicto XVI ante los representantes de la ciencia en el Aula Magna de la Universidad de Ratisbona el 12 de septiembre de 2006, se menciona brevemente el papel de Duns Scoto frente al problema de la relación entre fe y razón; allí el Papa expresó: “es necesario anotar, que en el tardío Medioevo, se han desarrollado en la teología tendencias que rompen [la] síntesis entre espíritu griego y espíritu cristiano. En contraposición al así llamado intelectualismo agustiniano y tomista, con Juan Duns Scoto comenzó un planteamiento voluntarista, que al final llevó a la afirmación de que sólo conoceremos de Dios la ‘voluntas ordinata’. Más allá de ésta existiría la libertad de Dios, en virtud de la cual Él habría podido crear y hacer también lo contrario de todo lo que efectivamente ha hecho”.
P. JL
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