Rama de Señoras
Oeste
Las servidoras de Cristo y caminantes de Emaús llegaron a nuestro Santuario Familia de Esperanza, en una peregrinación que buscaba recibir las gracias que brotan del Santuario, así como la bendición de Envío, en la Eucaristía precedida por el padre Raimundo. Aquí María nos abraza, nos transforma, nos envía a ser Familia de Esperanza para otros y estas señoras se llevan estas gracias para su vida y para su apostolado que es llevar el Retiro de Emaús a la cárcel de mujeres en San Sebastián la próxima semana.
También hubo espacio para la vinculación compartiendo un almuerzo en la Casa del Movimiento como parte del Convivio de preparación para el retiro en que van a servir.
Yo no puedo sentirme más afortunada por ser parte de esta familia y por tener esta casa, este hogar, que como todo Santuario en el mundo, es cobijamiento , es transformación interior y es envío apostólico.
Compartimos que es precisamente el cobijamiento el que permite la transformación. Quien se reconoce y se experimenta amado, cobijado, abrazado por el amor, la comprensión, la misericordia, la verdad y la ternura, es quien vive el milagro del cambio, de la transformación que genera el amor mismo.
Nuestro interior. Los cambios más profundos van desde adentro hacia fuera. Por ello decimos que recibimos una transformación interior: Dios quiere renovarnos por completo. Y para ello, debe empezar por el interior.
Cerramos la charla reconociendo que como mujeres queremos ser como María, Ella es nuestro modelo. Y como Ella queremos estar unidas siempre a Jesús y ser obedientes al Padre. La obediencia de María es nuestro camino a imitar. Ser obedientes para vivir con sencillez, impregnadas de humildad, desprendidas del yo, abiertas a la caridad, dispuestas a acoger la Palabra y hacerla realidad, a poner en práctica con fidelidad y alegría la voluntad de Dios y a contribuir desde nuestra propia vida a su plan de salvación.
La obediencia de María es nuestro ejemplo para la vida cristiana. Es una invitación a abrir el corazón y exclamar como Ella al Padre: «¡Fiat! ¡Hágase!».
Llegarán los problemas, el dolor, el sufrimiento, la incomprensión, la cruz, las privaciones, pero estamos invitadas a seguir el ejemplo obediente de María y ser como Ella: toda alma, toda entrega y toda pureza.
Hoy nos llevamos la tarea de no reaccionar como nos invita el mundo a hacerlo, sino que nuestra tarea es reaccionar imitando a María y pedirle una y otra vez que nos asemeje cada día más a Ella para ser fuertes, dignas sencillas y bondadosas para así repartir amor, paz y alegría mientras caminamos.
Rama de Señoras del Oeste