P. José Luis Correa Lira
Hoy el santoral católico recuerda a san Agustín, no el de Hipona, sino que el de Canterbury, Inglaterra.
Agustín de Canterbury, junto a los santos Patricio de Irlanda y Bonifacio en Alemania, es considerado uno de los más grandes evangelizadores de Europa. A él le tocó la evangelización de Inglaterra.
Este monje benedictino era superior del convento en Roma. El Papa San Gregorio Magno lo envió con otros 39 monjes a tratar de convertir a los sajones. Al tiempo el Papa lo nombró arzobispo de Canterbury,
San Gregorio, le dio algunas sabias recomendaciones, entre ellas, no destruir los templos de los paganos, sino convertirlos en templos cristianos; no acabar con todas las fiestas de los paganos, sino convertirlas en fiestas cristianas y dividir el país en tres diócesis: Canterbury, Londres y York.
En un escrito le advierte el Papa: “Dios le ha concedido el don de hacer milagros, y le ha dejado el inmenso honor de convertir a muchísimos paganos al cristianismo, y de que las gentes lo quieran y lo estimen mucho. Pero cuidado, mi amigo, que esto no le vaya a producir orgullo. Alégrese de haber recibido estos regalos del buen Dios, pero tenga temor de no aprovecharlos debidamente. Consuélese al ver que con los milagros y la predicación logra que tantos paganos se vuelvan cristianos católicos, pero no vaya a creerse mejor que los demás, porque entonces le estaría robando a Dios el honor y la gloria que sólo El se merece. Hay muchos que son muy santos y no hacen milagros ni hablan hermosamente. Así que no hay que llenarse de orgullo por haber recibido estas cualidades, sino alegrarse mucho al ver que Dios es más amado y más glorificado por las gentes”.
¡Que importantes consejos para todos nosotros!
P. JL
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