Meditación
Ese momento solemne de entrega de la Carta y proclamación de la Misión del 31 de Mayo, es un momento de Alianza, de renovación de ella: venimos para dar y recibir.
Toda la vida de Schoenstatt ha sido un continuo renovar la Alianza. Sólo en la Alianza se entiende la historia de nuestro padre y nuestra historia.
El intercambio en esa Alianza es triple: el desvalimiento mutuo, la buena voluntad mutua y la fidelidad mutua.
Jesús nos dice en ese texto de nuestro padre:
Quien no entiende que en la Alianza, en primer lugar, es necesario tomar conciencia de la propia pequeñez, no entenderá el mundo de la Alianza, porque si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
Es desde la profunda conciencia de la propia debilidad y desvalimiento, que ustedes pueden decir, sin falsos orgullos, que ponen su buena voluntad, y esa buena voluntad se prueba con la fidelidad, que es un don de mi Padre, pero que Él lo regala a quien se lo pida.
La Misión del 31 de Mayo es misión para quienes se saben pequeños y reconocen su pequeñez, para quienes no se avergüenzan de ella y saben que el amor mío y de mi Madre son tan grandes que, en la fuerza de ese amor, podrán tener buena voluntad y ser fieles.
Y lo más significativo: él tiene conciencia que, en la fuerza del Espíritu Santo que las Hermanas, solidariamente, han pedido en ese tiempo, y en la fuerza del Capital de gracias, todo ha sido posible. Lo dice con la humildad de quien sabe que en el misterio el Cuerpo Místico del Señor estamos profundamente unidos los unos a los otros: es un trabajo hecho en común.
El Padre Dios, por medio de estas frases de nuestro fundador, nos dice a cada uno:
Hijo querido, he soñado que tu vida cotidiana sea como la del fundador: llena de solidaridad, llena de sentido de pertenencia; lo que tú haces revierte en bien o en mal de tus hermanos. No trabajes únicamente para hacer las cosas bien, sólo éticamente, sino por amor: por amor a tus hermanos, por amor a mí, en respuesta de amor a mi amor. Por eso, no tengas miedo de enfrentar nada que hayas hecho con la clara intuición que es mi voluntad, porque, a pesar de las oscuridades, al final resplandecerá mi victoria y mi amor fiel.