P. José Luis Correa Lira
https://youtu.be/LsD5pI8IZi0
San Cristóbal Magallanes Jara nació en Totatiche, Jalisco, el 30 de julio de 1869 y murió el 25 de mayo de 1927, asesinado durante la Guerra Cristera de 1927.
Desde pequeño se mostró gran devoto del Sagrado Corazón de Jesús y la Virgen del Rosario. Cristóbal era un sacerdote piadoso, honrado, aplicado y servicial. Llevó una vida tranquila. Desapegado de los bienes materiales. Predicó entre los indígenas huicholes en varias misiones populares. Fundó un hospicio para huérfanos y un asilo para ancianos y dotó de capillas los ranchos de su jurisdicción. Implementó las obras de arte: pintura, literatura y música en el pueblo y fundó La Banda Musical Municipal en 1921.
Con la suspensión del culto público decretada por los obispos el 1º de agosto de 1926, los católicos del lugar y de la región, apoyados por la Unión Popular, asociación de activistas unidos a la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa, se organizaron para restaurar los derechos que consideraban conculcados. Cristóbal Magallanes reprobó que se recurriera a las armas y publicó un artículo en su periódico en el que desechó la violencia: “La religión ni se propagó, ni se ha de conservar por medio de las armas. Ni Jesucristo, ni los Apóstoles, ni la Iglesia han empleado la violencia con ese fin. Las armas de la Iglesia son el convencimiento y la persuasión por medio de la palabra”, pronunció.
Durante los últimos cuatro meses de su vida fue perseguido por cerros y barrancas: “Dios les perdone tanta infamia y nos vuelva la deseada paz, para que todos los mexicanos nos veamos como hermanos”, escribió.
La mañana del 21 de mayo de 1927 fue aprehendido por un grupo de soldados del ejército federal. Compartió la prisión con su ministro, el joven Presbítero Agustín Caloca. El general Goñi acusó al párroco de sostener la rebelión contra el Gobierno en esa comarca y debido a que demostró lo contrario, le imputaron otro delito: “No habrán tenido parte alguna en el movimiento cristero, pero basta que sean sacerdotes para hacerlos responsables de la rebelión”, se dictaminó. La mañana del 25 de mayo fueron conducidos a la casa municipal de Colotlán Jalisco para ser ejecutados. El señor Cura Magallanes se hincó para recibir del Padre Caloca la absolución sacramental, y él, a su vez, la recibió luego de su párroco. Ante sus verdugos, San Cristóbal Magallanes Jara dijo en voz alta: “Soy y muero inocente; perdono de corazón a los autores de mi muerte y pido a Dios que mi sangre sirva para la paz de los mexicanos desunidos.” Y viendo a su ministro acosado por la aflicción, le dijo: “Padre, solo un momento y estaremos en el Cielo.”
Con los sacerdotes y laicos martirizados durante la persecución religiosa en México, fue beatificado por el papa San Juan Pablo II el 22 de noviembre de 1992, y canonizado en el año 2000 el 21 de mayo. Sus reliquias se veneran con gran devoción en el templo parroquial de Totatiche. Y muchos devotos lo consideran abogado contra el Cáncer.
P. JL
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