P. José Luis Correa Lira
Como me gustó tanto la entrevista hecha al Papa por Lorena Bianchetti, cito otra parte de la misma, ahora con el tema de la mujer.
Pregunta: “Ya que menciona a las mujeres, Santidad, bajo la cruz había justamente mujeres, bajo la cruz de Jesús. Hay otra imagen que me gustaría proponerle. Volvamos a Ucrania. Una mujer embarazada, llevada en camilla por haber sido herida en la guerra, transportada en medio de las masacres, intenta acariciar su vientre con el último aliento de fuerza que le queda. Por lo que supimos, tampoco esta mujer con su hijo sobrevivió. Pero lo que realmente me viene a la mente son las mujeres, la fuerza de las mujeres. Me vienen a la mente las madres rusas, las madres ucranianas. Y por eso le pregunto sobre el papel de las mujeres: ¿qué importancia tiene un papel activo de las mujeres en la mesa de negociaciones para construir concretamente la paz?
Respuesta (Papa): “Las mujeres son capaces de dar vida incluso a un muerto” es un dicho. Las mujeres están en la encrucijada de las mayores fatalidades, están ahí, son fuertes. Es interesante. Jesús es el esposo de la Iglesia y la Iglesia es mujer, por eso la Madre Iglesia es tan fuerte. No hablo del clericalismo, de los pecados de la Iglesia. No, la Madre Iglesia se refiere a la que está al pie de la cruz apoyándonos a los pecadores. Algo que me llama mucho la atención, que me hace pensar en María y en las otras mujeres al pie de la cruz… A veces tenía que ir a alguna parroquia en una zona llamada Villa Devoto, en Buenos Aires, y tomaba el autobús 86. Este pasa por delante de la cárcel y muchas veces pasaba por allí y había una fila de madres de presos. Daban la cara por sus hijos, porque todo el que pasaba decía: “Esta es la madre de alguien que está dentro”. Y soportaban los controles más vergonzosos, pero para ver a su hijo. La fuerza de una mujer, de una madre que es capaz de acompañar a sus hijos hasta el final. Y esta es María y las mujeres al pie de la cruz. Es acompañar a su hijo, sabiendo que mucha gente dice: “¿Cómo ha educado a su hijo que ha acabado así?”. Chisme inmediatamente. Pero las mujeres no se preocupan: cuando hay un hijo de por medio, cuando hay una vida de por medio, las mujeres siguen adelante. Por eso es tan importante, tan importante lo que dice: dar un papel a las mujeres en los momentos difíciles, en los momentos de tragedia. Ellas saben lo que es la vida, lo que es la preparación para la vida y lo que es la muerte, lo saben bien. Hablan ese idioma.
Pregunta: Y hay, Santidad, -también porque estamos hablando de las muchas muertes causadas por la guerra- hay más muertes silenciosas, pero no menos cruentas. Pienso en quienes son asesinados por la mafia y pienso en las mujeres asesinadas por sus propias parejas. Es cierto que los últimos serán los primeros en el Cielo, pero ¿cómo pueden estas personas y los que pierden sus afectos creer en la justicia, en una recompensa ya en esta tierra?
Respuesta (Papa): La explotación de las mujeres es el pan nuestro de cada día. La violencia contra las mujeres es el pan nuestro de cada día. Mujeres que son golpeadas, que sufren la violencia de sus parejas y lo llevan en silencio o se alejan sin decir por qué. Nosotros los varones siempre tendremos razón: somos los perfectos. Y las mujeres están condenadas al silencio por la sociedad. “No, pero esta está loca, esta es una pecadora”. Eso es lo que decían de la Magdalena: “¡Mira lo que ha hecho, es una pecadora!”. “¿Y tú no eres un pecador? ¿Tú no te equivocas?”. Pero las mujeres son la reserva de la humanidad, puedo decir esto, estoy convencido de ello. Las mujeres son la fuerza. Y allí, al pie de la cruz, huyeron los discípulos, las mujeres no, las que lo habían seguido durante toda su vida. Y Jesús, de camino al Calvario, se detiene ante un grupo de mujeres que lloraban. Ellas tienen la capacidad de llorar, los hombres somos peores. Y se detiene [y dice]: “Lloren por sus hijos”, porque harán mucho contra ellos.”
Bendiciones
P. JL
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