P. José Luis Correa Lira
Ya en otras oportunidades hemos tocado el tema que nos presenta el Evangelio de hoy: permanecer unidos a Cristo, pues el que permanece unido a Él da fruto abundante, pues sin Él no podemos (porque no somos ni tenemos) nada.
También hemos citado la sentencia dura pero cierta del Antiguo Testamento: ‘El que se aparta de Dios se pierde’.
Así es. Unidos íntima e indisolublemente a Dios podemos dar el fruto que Él espera de nosotros.
Con San Pablo podemos sostener (Rm 8, 35-39) que nada podrá apartarnos del amor de Dios.
Recordemos, por otro lado, lo que nos mantiene firmemente unidos a Él: la oración, la lectura y meditación de su palabra, la vida sacramental y la participación en la vida eclesial, así como la puesta en práctica de las obras de caridad.
Adelante pues en este propósito y proceso, junto a la que siempre permaneció unida a su Hijo, como colaboradora en toda la Obra de la Redención, su gloriosa Madre virginal, María.
P. JL
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