P. José Luis Correa Lira
En este penúltimo domingo de Pascua, el quinto, el Evangelio de San Juan nos recuerda una vez más el mandamiento nuevo de Jesús, por el cual seremos reconocidos como sus verdaderos discípulos: Se trata, obviamente, del amor mutuo, recíproco. Donde lo novedoso está dado porque debe ser al estilo de Jesús. Esa es la medida: como Él nos ha amado. ¿Y como nos amó Jesús? Pues dando su vida por nosotros, tal como lo dijo y lo hizo. Nadie tiene amor mas grande que el que da la vida por los que dice amar (Cf. Jn 15, 13)
En esto percibieron ya al comienzo de la historia del cristianismo a los seguidores del camino, como se le llamaba entonces a esta nueva forma de vida según Jesús. ¡Miren como se aman!, se decía de ellos. Así lo atestigua, por ejemplo, Tertuliano.
Mas tarde, San Agustín nos anima a crecer progresivamente en el amor a los demás hasta estar dispuestos a dar la vida por ellos. Dice el santo de Hipona:
“Si todavía no te sientes en disposición de morir por tu hermano, disponte al menos a darle algo de lo que tienes. Que la caridad comience ya a conmover tus entrañas.”
Hoy, como siempre, nos admiramos de tantos ejemplos de caridad, solidaridad entre hermanos, aunque sean desconocidos. Pienso en lo que muchísimos, entre ellos uno de mis hermanos que vive en Bonn, Alemania) hacen por refugiados ucranianos… Dios les retribuirá con creces lo que ofrecen en hospitalidad etc. (es una obra de misericordia. Cr. Mt, 25)
P. JL
p.jlcorrealira@gmail.com