P. José Luis Correa Lira
En el Evangelio de este domingo (el cuarto de Pascua), Jesús, el Buen Pastor, describe brevemente su relación con nosotros, ovejas de su rebaño:
Él nos conoce, nos habla y nos llama, nos guía, se encarga que nunca perezcamos dándonos alimento de vida eterna (con su palabra, con su cuerpo – la comunión)
Por su parte, nosotros tenemos que escuchar a Jesús (en la lectura de su Palabra – Evangelio), seguirlo y obedecerlo y no separarnos nunca de Él
En uno de estos pocos versículos del Evangelio de hoy Jesús, además, nos confiesa que el Padre Dios, es quien le ha dado las ovejas a Él y que nadie las puede arrebatar de la mano del Padre, ‘superior a todos’, por más que lo intenten.
En dos pasos Juan utiliza el verbo arrebatar, es decir quitar, robar. El diablo es el gran ladrón que ‘vino para hurtar matar, y destruir’. A diferencia de Jesús que vino para darnos vida y vida en abundancia (Cf. Jn 10, 10). “El maligno, el diablo, está a nuestro alrededor como un león furioso, para devorarnos” (Cf. 1 Pedro 5, 8) es el tentador el que nos mueve y nos empuja al mal.
Tomemos en serio la sabia advertencia del salmo 73: El que se aleja de Dios se pierde y afirmemos con convicción: Nada nos separará del amor de Dios (Cf. Rm 8)
Bendiciones en este propósito.
P. JL