P. José Luis Correa Lira
Hoy es el día del trabajo, de los trabajadores y, por supuesto, de ‘San José Obrero, patrono de todos los trabajadores’, “carpintero que trabajaba honestamente para asegurar el sustento de su familia. De él, Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan que es fruto del propio trabajo (…) La obra de san José nos recuerda que el mismo Dios hecho hombre no desdeñó el trabajo” (Patris Corde)
El trabajo es un medio de santificación , es una forma de realización de la persona, sobre todo cuando puede poner en práctica sus conocimientos y habilidades. Por el trabajo nos hacemos colaboradores y cocreadores con Dios, que sigue creando (‘trabajando’).
No podemos, aunque para algunos a eso se reduce, considerar el trabajo solo como fuente de ganancias para el sustento cotidiano.
El trabajo dignifica. Más aun, si se hace bien y con alegría. En la Carta Amoris Laetitiae (AL) dice justamente el Papa Francisco que el trabajo es “una parte fundamental de la dignidad de la vida humana”, lo que “se deduce de las primeras páginas de la Biblia, cuando se declara que «Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén, para que lo guardara y lo cultivara» (Gn 2,15). Es la representación del trabajador que transforma la materia y aprovecha las energías de lo creado, dando luz al «pan de vuestros sudores» (Sal 127,2), además de cultivarse a sí mismo.”
“El trabajo hace posible al mismo tiempo el desarrollo de la sociedad, el sostenimiento de la familia y también su estabilidad y su fecundidad.”
“El mismo Apóstol Pablo se mostraba orgulloso de haber vivido sin ser un peso para los demás, porque trabajó con sus manos y así se aseguró el sustento (cf. Hch 18,3; 1 Co 4,12; 9,12). Tan convencido estaba de la necesidad del trabajo, que estableció una férrea norma para sus comunidades: «Si alguno no quiere trabajar, que no coma» (2 Ts 3,10; cf. 1 Ts 4,11).”
Así comprende el Papa “que la desocupación y la precariedad laboral se transformen en sufrimiento” , y entiende que “las familias sufren en particular los problemas relativos al trabajo” . Añade que “las jornadas de trabajo son largas y, a menudo, agravadas por largos tiempos de desplazamiento. Esto no ayuda a los miembros de la familia a encontrarse entre ellos y con los hijos, a fin de alimentar cotidianamente sus relaciones”.
“En la familia, (…) se aprende la paciencia y el gozo del trabajo.”
“El trabajo se convierte en participación en la obra misma de la salvación, en oportunidad para acelerar el advenimiento del Reino, para desarrollar las propias potencialidades y cualidades, poniéndolas al servicio de la sociedad y de la comunión. El trabajo se convierte en ocasión de realización no sólo para uno mismo, sino sobre todo para ese núcleo original de la sociedad que es la familia. Una familia que carece de trabajo está más expuesta a dificultades, tensiones, fracturas e incluso a la desesperada y desesperante tentación de la disolución (…) La persona que trabaja, cualquiera que sea su tarea, colabora con Dios mismo, se convierte un poco en creador del mundo que nos rodea.” (Patris Corde)
Con el Papa “imploremos a san José obrero para que encontremos caminos que nos lleven a decir: ¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!”
P. JL
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