P. José Luis Correa Lira
Hace 60 años, un domingo (día del Señor) nací en Santiago de Chile (en la Clínica Santa María exactamente)
Después que mis papás (Lucho y la Carmen) se casaron, se fueron a vivir a USA, donde el papá vivía desde hacía casi 10 años. Pero las ‘saudades’, como dicen los brasileños, hizo que volvieran para tenerme acá.
Luego vinieron mis hermanos, los mellizos, Francisco y Pablo y el ’68 el benjamín de la familia Correa Lira, Juan Ignacio.
Toda la vida, hasta mi entrada al Seminario (el ’81) la viví en la casa del Tata, Francisco Javier Lira Montecino, en la calle Almirante Grau 091, esquina de Bustamante.
Recuerdos imborrables de infancia y adolescencia llenos de agradecimiento por el don de la vida que Dios me concedió en ese hogar. Uno no se inventa a sí mismo, ni es fruto del error de nadie. Somos fruto del amor infinito de Dios, que a través de nuestros padres (y así para arriba: abuelos, bisabuelos, etc. etc.) nos regaló vivir y hacer algo en nuestro peregrinar por esta tierra, ojalá, haciendo el bien, al estilo de Jesús, según lo relata san Lucas.
Seis décadas de vida (¡y la mitad como sacerdote!) significa ingresar a la tercera edad ¡Increíble que ya llegó! ‘Lo vivido y lo bailado no me lo quita nadie’ como dice el refrán. Veremos que me depara el futuro. A todo digo sí, confiado en la bondad y misericordia de Dios.
¡Gracias al Dios de la vida, que me ha dado tanto!
Un abrazo y gracias por acompañarme, animarme y ayudarme con su cercanía y cariño.
Bendiciones
P. JL
p.jlcorrealira@gmail.com