P. José Luis Correa Lira
Hoy, día aniversario de mi ordenación sacerdotal hace 31 años, no puedo sino alabar y agradecer a Dios por esta vocación.
Dios me eligió y llamó no por méritos propios sino por pura misericordia y sigue actuando en mi y a través mío, indigno siervo, no solo a pesar, sino que también a través de mis limitaciones que a veces alejan y apartan a algunos de Dios (¡perdón por causar eso!)
Lo que en este día comparto es un breve texto del Papa emérito , que me hace mucho sentido en mi vida y trabajo sacerdotal.
“Celo por las almas (animarum zelus) (…) como sacerdotes, nos preocupamos naturalmente por el hombre entero, también por sus necesidades físicas: de los hambrientos, los enfermos, los sin techo. Pero no sólo nos preocupamos de su cuerpo, sino también precisamente de las necesidades del alma del hombre: de las personas que sufren por la violación de un derecho o por un amor destruido; de las personas que se encuentran en la oscuridad respecto a la verdad; que sufren por la ausencia de verdad y de amor. Nos preocupamos por la salvación de los hombres en cuerpo y alma. Y, en cuanto sacerdotes de Jesucristo, lo hacemos con celo.
Nadie debe tener nunca la sensación de que cumplimos concienzudamente nuestro horario de trabajo, pero que antes y después sólo nos pertenecemos a nosotros mismos. Un sacerdote no se pertenece jamás a sí mismo. Las personas han de percibir nuestro celo, mediante el cual damos un testimonio creíble del evangelio de Jesucristo. Pidamos al Señor que nos colme con la alegría de su mensaje, para que con gozoso celo podamos servir a su verdad y a su amor.
Amén.
P. JL
p.jlcorrealira@gmail.com