P. José Luis Correa Lira
Marcos nos relata escueta pero certeramente tres apariciones del Resucitado: al amanecer del primer día de la semana, a María Magdalena, luego a dos de los discípulos y finalmente a los Once (ya no estaba Judas Iscariote)
Ni a la Magdalena ni a los dos que iban camino a una aldea (¿Emaús?) los demás les creyeron, por lo que al aparecerse Jesús a todos los Apóstoles cuando estaban a la mesa les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, por no creer a los que lo habían visto resucitado.
¿Cuántas veces también en nosotros flaquea nuestra fe, endurecemos o enfriamos el corazón y finalmente dudamos?
Así y todo, el Señor, que es siempre fiel vuelve a confiar en nosotros y nos encarga ir por todas partes y anunciar la Buena Nueva a todos.
Lo intentamos una y otra vez, no a pesar, sino que a través de nuestras fragilidades y limitaciones y con la fuerza de la gracia de Dios que nos acompañan, sostiene y guía.
Lo hacemos como Jesús lo indicó, en comunidad, de dos en dos, apoyándonos, animándonos y auxiliándonos unos a otros. Y de la mano de María, la gran misionera.
P. JL
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