P. José Luis Correa Lira
San Mateo nos refiere en su narración post resurrectionem del Señor, como son mujeres las que se alejaron a toda prisa del sepulcro vacío y corrieron para portar la noticia a los discípulos. Ciertamente no contaban con encontrar así la tumba ni tampoco que Jesús resucitado les saliera al encuentro y las saludase y calmase. ‘No tengan miedo’, les dijo. Y ¡vaya que deben haberlo tenido!
Junto a esa paz que les regala Jesús, también hay un encargo: ‘Vayan a decir a los hermanos…’
El encuentro con Jesús es performativo, como dijo el Papa emérito Benedicto XVI. A ellas las cambió de ser beneficiadas con esa experiencia única y primera, en difusoras del acontecimiento; discípulo misionero en todo sentido de la palabra.
Se aplica también la exhortación: lo que hemos recibido gratis, gratis debemos darlo (Cfr. Mt 10, 8)
Es “un retorno a las raíces de la fe, porque meditando sobre el don de gracia inconmensurable de la Redención, nos damos cuenta de que todo se nos da por amorosa iniciativa divina” como dijo san Juan Pablo II en su Mensaje para la Cuaresma de hace veinte años.
Bendiciones en esta octava de Pascua
P. JL
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