P. José Luis Correa Lira
¡Feliz Pascua de Resurrección!
Juan nos relata en el Evangelio de la Misa de hoy (20,1-9) un hecho histórico:
María Magdalena, primera testigo de la resurrección, fue al sepulcro; vio la losa quitada / removida del sepulcro y que no estaba el cuerpo del Maestro (se lo han llevado) Luego, parte rauda a comunicar esto a Pedro y a Juan que corren hacia el sepulcro. Él, Juan, llega primero, pero por respeto a la autoridad, no entra, espera a Pedro. Ante la tumba vacía vieron y creyeron.
En la primera lectura, de los Hechos de los Apóstoles (capítulo 10) san Pedro apunta que Dios resucitó a Jesús y le concedió la gracia de manifestarse a los que comieron y bebieron con él después de su resurrección de entre los muertos.
Es desde esta experiencia que nace el cristianismo. No es una ideología, no es un sistema filosófico, sino que es un camino de fe que parte de un acontecimiento, testimoniado por los primeros discípulos de Jesús.
Pablo lo resume de este modo: Jesús murió por nuestros pecados, fue sepultado, resucitó al tercer día y se apareció a Pedro y a los Doce (Cfr. 1 Cor 15,3-5).
En síntesis: Muerto, sepultado, resucitado, aparecido, Jesús está vivo. Este es el núcleo del mensaje cristiano.
Aceptar que Cristo fue crucificado y que así murió es un hecho histórico.
Creer que ha resucitado es un acto de fe. La fe nace de la resurrección; nace en la mañana de Pascua.
El Papa Francisco, hace dos años escribió sobre el mundo “abrumado por la pandemia”, a lo que habría que agregar también la injustificada guerra a causa de la invasión rusa en Ucrania.
Y citando la secuencia pascual, “¡resucitó de veras mi amor y mi esperanza”, señaló que no se trata de una fórmula mágica que hace desaparecer los problemas. La resurrección de Cristo es la victoria del amor sobre la raíz del mal, una victoria que no “pasa por encima” del sufrimiento y la muerte, sino que los traspasa, abriendo un camino en el abismo, transformando el mal en bien, signo distintivo del poder de Dios.”
¡Es el contagio de la esperanza!
Una vez más: Feliz y bendecida Pascua del Señor resucitado, que nos haga contagiar la esperanza que no defrauda.
P. JL
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