P. José Luis Correa Lira
A medida que nos vamos acercando a la Semana Santa, los relatos del Evangelio nos vuelven a recordar que algunos judíos trataron de apoderarse de Jesús, de aprehenderlo, tomarlo preso para matarlo. Y una vez más nos dice san Juan que él se les escapó de las manos y regresó al lugar donde Juan, el Bautista, había bautizado y se quedó allí y hasta allí acudieron muchos a él y confirmaban que todo lo que Juan decía de Jesús era verdad. Además, agregaban que Juan no hizo ningún signo. Termina este texto diciendo que muchos creyeron en Jesús allí.
Detrás de esta afirmación hay una condición para la fe de éstos. ¿Creyeron solo o principalmente porque Jesús hizo signos?
La pregunta que se nos plantea a nosotros es la misma: ¿creemos por los signos milagrosos que Dios hace? ¿Necesitamos signos extraordinarios para creer?
El mismo Juan Evangelista dice, casi al final de su relato, “dichosos los que sin ver creen” (Jn 20, 29). Entre estos, que somos la mayoría, nos encontramos nosotros. Esta bienaventuranza se nos aplica a los millones de creyentes en Dios, en el Dios de Jesucristo y en su Iglesia. Y es la que se le dijo a la Madre del Señor en la Anunciación, según lo transmite Lucas (1, 45)
Bendiciones en este camino de fe.
P. JL
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