P. José Luis Correa Lira
El Evangelio de la Misa de este domingo de Cuaresma, el último, pues el siguiente es Domingo de Ramos el evangelista nos relata que los fariseos le llevaron a Jesús, para ponerlo a prueba, una mujer sorprendida en adulterio.
La ley de Moisés mandaba en estos casos apedrearla / lapidarla. “No cometerás adulterio”, así recoge el Decálogo esta Palabra de Dios (Cf. Ex, 20 14)
No está de más recordar qué es el adulterio, pues, aunque esa práctica está demasiado extendida y en algunos lugares casi ‘socialmente’ aceptada. Se trata de una relación sexual de una persona casada con otra persona que no es su cónyuge.
Los acusadores de la mujer sorprendida ‘in fragante’, le preguntaron a Jesús su opinión y él respondió con una enseñanza mezcla de caridad (misericordia) y verdad
¿Qué respondió Jesús ante la insistencia de los que acusaban a esa mujer?
El que no tenga pecado, tire la primera piedra.
Y los acusadores comenzaron a retirarse uno tras otro (tenían pecados obviamente)
Entonces viene el otro elemento junto al del perdón. Nadie te ha condenado, yo tampoco, pero agregó: Anda y no peques más.
Jesús no le quitó la importancia y el peso al precepto divino.
Ojalá podamos nosotros también conjugar ambos aspectos, pues caridad sin verdad corre peligro de quedar en adulación, y verdad sin caridad puede destruir.
Bendiciones.
P.JL
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