P. José Luis Correa Lira
El 26 de marzo, se conmemora el Día Mundial del Clima, declarado así por la Organización Mundial de las Naciones Unidas (ONU) para contribuir a crear conciencia en la sociedad sobre la importancia que tiene el cambio climático sobre el hombre y sus actividades.
El Papa Francisco regaló al mundo entero en su tercer año de pontificado la Encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común, en la que dedica todo un capítulo, el primero, a la contaminación y cambio climático.
Dice sobre el clima como bien común: “El clima es un bien común, de todos y para todos. A nivel global, es un sistema complejo relacionado con muchas condiciones esenciales para la vida humana. Hay un consenso científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático.”
Habla que hay que “reconocer los pecados contra la creación: «Que los seres humanos destruyan la diversidad biológica en la creación divina; que los seres humanos degraden la integridad de la tierra y contribuyan al cambio climático, desnudando la tierra de sus bosques naturales o destruyendo sus zonas húmedas; que los seres humanos contaminen las aguas, el suelo, el aire. Todos estos son pecados». Porque «un crimen contra la naturaleza es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios»”
Advierte que “este siglo podría ser testigo de cambios climáticos inauditos y de una destrucción sin precedentes de los ecosistemas, con graves consecuencias para todos nosotros.” Señala que “los efectos del cambio climático se harán sentir durante mucho tiempo”
Por eso “hay que mantener con claridad la conciencia de que en el cambio climático hay responsabilidades diversificadas”.
“El cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad.”
Ojalá los podamos abordar y solucionar, al menos mitigar, a toda escala.
P. JL
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