P. José Luis Correa Lira
Una de las canciones que se cantaba a menudo en mi colegio (Notre Dame) decía en un momento ‘juramos lealtad’.
Leyendo El Principito, sin embargo, me encontré con una frase fuerte y cuestionadora: “La lealtad no se jura, se demuestra”.
Efectivamente, de qué sirve prestar juramentos, si luego acomodamos las cosas y no demostramos con los hechos que somos leales, fieles, ‘inconmovibles’ como decía el mártir de la conciencia, padre Franz Reinisch.
En un muro leí que “lealtad significa fidelidad, franqueza, nobleza, honradez, sinceridad y rectitud. Sólo se es leal si se es fiel. Es imposible pensar en lealtad sin que vaya unida a la fidelidad. Pero no basta ser fiel para ser leal.”
Hoy se habla en el mundo del mercado de lealtad a la marca, al producto, etc. Lo que se olvida es que la lealtad más importante es a los principios y valores, a Dios y a las personas, a la conciencia.
Incluso, según el Catecismo de la Iglesia Católica , la colaboración leal de los ciudadanos “entraña el derecho, a veces el deber, de ejercer una justa reprobación de lo que les parece perjudicial para la dignidad de las personas o el bien de la comunidad.” Que bueno que haya personas e instituciones que se opongan deliberadamente al mal que imponen regímenes e ideologías perversos, que incluso pretenden eliminar el sagrado derecho de objeción en conciencia.
Dios nos regale la fortaleza para permanecer siempre leales y fieles.
P. JL
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