P. José Luis Correa Lira
Dos veces repite Jesús en el texto lucano del Evangelio de hoy la advertencia ‘si no se convierten, perecerán.’
Suena lapidaria esta sentencia: ¡perecerán!
Como hemos dicho en otras ocasiones, la conversión es un proceso permanente.
Convertirse significa mejorar en algún aspecto, descubrir cual es la oportunidad de mejora que detecto en mi autoeducación.
En la imagen que usa Jesús en la segunda parte del texto habla de la higuera que durante tres años consecutivos no ha dado fruto alguno.
Ante la petición del viñador de darle una nueva (¿última?) oportunidad, el dueño de la finca sede y la concede (estaba condenada a ser cortada…)
Habrá entonces que hacer un trabajo serio y arduo de remover y abonar la tierra.
Igualmente cultivar la paciencia, que ‘todo lo alcanza’, según las sabias palabras de Santa Teresa de Jesús. Tener y tenerse paciencia.
Solo así quizá se logre dar el fruto esperado.
P. JL
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