P. José Luis Correa Lira
Mientras en Ucrania no se está nada bien a causa de la violenta invasión de las tropas rusas, leemos en el Evangelio de este domingo que, en la presencia del Señor transfigurado, los tres que lo acompañaban en el monte pudieron experimentar que ahí y así sí se está bien.
Creo y espero que lo que transmiten imágenes impresionantes de miles de hombres rezando el rosario de rodillas en una calle, que el Santísimo Sacramento llevado en auto y ante cuya presencia la gente se arrodillaba para recibir su bendición, algo de alivio y de fuerza simultáneamente habrá sentido el pueblo ucranio en estos días. Además de los enviados especiales del Papa Francisco. Todo eso traiga luz y esperanza para un pronto fin de esta maldad y crueldad.
El relato de la transfiguración nos transmite al final un mandato desafiante. Por un lado, nos recuerda que, junto con Jesús, cada uno de nosotros también puede sentirse y ha de saberse hijo muy querido de Dios. Por otra parte, la voz del Padre de los cielos que atestigua eso en favor del Hijo y de los hijos en el Hijo, nos dice que debemos escucharlo. La escucha de Jesús no solo se realiza en la proclamación y la lectura meditada de su Palabra con las tres preguntas del método de la lectio divina: ¿Qué dice la Palabra de Dios? ¿Qué me dice la Palabra de Dios? ¿Qué le respondo?
Dios que habla en la Sagrada Escritura y también en lo profundo del corazón, igualmente lo hace en los acontecimientos de la historia. Según la conocida frase vox temporis, vox Dei, deberíamos descifrar atender y entender el mensaje de Dios en estos días de la injustificada invasión ordenada por Putin que tantos ríos de sangre y lágrimas esta haciendo correr. Dios es el Dios del shalom entre los hombres. Paz a los hombres de buena voluntad rezamos hace un par de meses en la Misa de Navidad, del nacimiento del Príncipe de la Paz.
Que un día todos podamos decir ‘¡Que bien se está acá’! Donde cada uno tenga la posibilidad y la seguridad de vivir en paz y con dignidad. Y que para eso calle y se logre silenciar el ruido de sirenas, bombas y balas, así como el del odio, el rencor y la avidez del dominio y del poder.
¡Gloria a Ucrania!
P. JL
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