P. José Luis Correa Lira
El Papa Francisco dice que “existe un veneno mortal: la malicia con la que, de forma premeditada, se quiere destruir la buena reputación del otro”.
A propósito, San Francisco de Sales, en una de sus obras literarias más importantes, dedica un capítulo completo a este tema, titulado “Cómo combinar el debido cuidado por una buena reputación con la humildad”. Señala que, si bien la humildad dicta que no busquemos intencionalmente la alabanza y el honor, no nos prohíbe mantener un buen nombre.
Francisco de Sales dice que en realidad es un vicio no preocuparse por la reputación: La humildad puede hacernos indiferentes incluso a la buena reputación… pero siendo ella una base de la sociedad, y sin ella no somos solamente inútiles sino positivamente perjudiciales para el mundo, por el escándalo que produce tal deficiencia, por eso la caridad exige, y la humildad nos permite desear y mantener con esmero una buena reputación.
En segundo lugar, Francisco de Sales señala el beneficio personal de una buena reputación: estar a la altura. Poseer un buen nombre crea el deseo de realmente merecerlo. Cuanto mejor sea su reputación, más consciente será de vivir con integridad.
Francisco de Sales también señala amablemente que defender una reputación no significa discutir con la gente o ser demasiado sensible. Él escribe: Los que son tan exigentes con su buen nombre tienden a perderlo por completo, porque se vuelven fantasiosos, irritables y desagradables, provocando comentarios maliciosos. La mejor defensa de una buena reputación, dice san Francisco de Sales, es ignorar los chismes y dejar que tu buen carácter hable. Entonces, si es necesario, habla.
Bendiciones
P. JL
p.jlcorrealira@gmail.com