P. José Luis Correa Lira
Miguel de Unamuno escribió una vez lo siguiente:
“Agranda la puerta, Padre, porque no puedo pasar. La hiciste para los niños. Yo he crecido, a mi pesar. Si no me agrandas la puerta, ayúdame, por piedad, vuélveme a la edad aquella en que vivir es soñar.”
En el Evangelio de la Misa de hoy (Mc 10, 17-27) leemos que Jesús dijo que es difícil entrar en el Reino para los que confían en las riquezas y que más fácil le es a un camello pasar por el ojo de la aguja, que aun rico entrar en el Reino de Dios.
No se trata solo del apego a las riquezas materiales (dinero, bienes, etc.) también puede aplicarse a la vanagloria, el ego engrandecido, etc.
Por eso la petición de Unamuno me parece acertada y útil: pedir a Dios que nos haga pequeños, sencillos, livianos de equipaje, humildes.
Así Dios hará florecer nuestros sueños y veremos su propósito en nuestra vida.
Volvamos a tener esos sueños, esos proyectos e ilusiones grandes que empiezan en silencio, y se desarrollan de adentro hacia afuera, de abajo hacia arriba, permaneciendo niños ante Dios.
Bendiciones en este camino.
P. JL
p.jlcorrealira@gmail.com