El texto del Evangelio de la Eucaristía de hoy (Mc 6, 14 – 29) se usa también en la Misa de recuerdo y celebración del martirio de Juan Bautista.
Al precursor le cortaron la cabeza por oponerse a la unión de Herodes, que le tenía aprecio, con Herodías, esposa de su hermano Filipo. Pero ante la seducción del baile de la hija de esa mujer Herodes claudicó y tuvo que mandar decapitar a Juan, pues la bailarina le pidió la cabeza del Bautista, por perverso consejo de su madre.
También en la historia de Schoenstatt tenemos un mártir decapitado por negarse a prestar juramento de fidelidad a uno de los peores dictadores de la historia (junto con Stalin, y otros muchos, por supuesto): Hitler.
En efecto, al sacerdote palotino, colaborador del padre Kentenich en la asesoría del Movimiento lo tomaron prisionero en Berlín y ante su negativa, murió en la guillotina. Hablamos del padre Francisco Reinisch. Su proceso de beatificación está en curso y es un ejemplo de fidelidad a la conciencia rectamente formada, tanto que el Papa de la época, al enterarse de la noticia, lo llamó ‘el mártir de la conciencia’.
En su oración antes de morir, escribió su último deseo y actitud: “moriré sonriendo, querida MTA” (Mater ter Admirabilis)
Dios regale un pronto avance en el proceso de reconocimiento de la vida de santidad de este mártir y a nosotros nos de valentía para permanecer fieles a nuestros principios y convicciones, a nuestra conciencia (co)rectamente formada.
Bendiciones
P JL
p.jlcorrealira@gmail.com