Ir de dos en dos predicando la conversión al Evangelio de Jesucristo. Ese mandato del Señor contiene mucha sabiduría.
En primer lugar, porque la fe no es tan solo individual, sino comunitaria. Se forma parte de una comunidad de creyentes. La Iglesia es Ecclesia (convocatoria).
La existencia de francotiradores o llaneros solitarios en la pastoral es peligrosa. Siempre es aconsejable el trabajo, también el apostólico, en equipo.
Dos, además, hacen más creíble el testimonio. Se pueden ayudar y motivar recíprocamente, incluso animar a ejercitar la correctio fraterna. No para tener un chaperón que juegue a observador o controlador y luego sea delator. Se parte de la base que son adultos los enviados a evangelizar, aunque débiles y frágiles, imperfectos y pecadores.
Un refrán africano que alguna vez cité, dice que si quieres llegar rápido anda solo, pero si quieres llegar lejos, anda acompañado. Caminar de a dos permite también complementarse.
Tener un partner con quien compartir la tarea es muy deseable y aconsejable, lo que aplica claramente en la relación de pareja en el matrimonio, como también en la vida celibataria. ¡Cuánto bien hace que un párroco tenga un vicario parroquial! Y aunque no lleven una vita communis perfecta…
Pidamos al Señor el don de la comunidad, aunque sea en la forma más sencilla, como es el de a dos.