Cuando el Papa Juan Pablo II visitó Chile en abril de 1987, en su encuentro con los jóvenes en el estadio nacional en Santiago, el texto bíblico que meditó y aplicó a la situación de la juventud es justamente el Evangelio de la Eucaristía de hoy, la sanación de la hija de Jairo (Mc 5, 21-43)
Este jefe de la sinagoga le rogó a Jesús que le impusiera las manos a su hija agonizante para sanarla.
La palabra que Jesús dijo a la niña de doce años, ¡‘talitá kum’!, significa ¡‘Óyeme, levántate’! Y al instante, inmediatamente ella se levantó y se puso a caminar.
San Juan Pablo II desafió a los jóvenes en Chile con la exhortación con que parafraseó a Jesús: ¡la juventud no está muerta, sino adormecida!
Creo que vale la pena revisar que cosas nos adormecen, nos aletargan. Siempre hay somníferos peligrosos que nos hacen pasar por la vida como sonámbulos, sin percatarnos y responsabilizarnos por la realidad que clama y nos llama a la (re)acción.
Yo estuve ahí es viernes de abril y agradezco la valentía del Papa polaco para animar a los jóvenes de entonces y los de siempre. Hay mucho por hacer. ¡Despiértense! Y ¡despertémonos unos a otros!
Bendiciones
P. JL
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