Una vez más aparece la pregunta por lo que está permitido o no hacer en sábado. Jesús ahora lo puntualiza, ¿el bien o el mal?
Como la respuesta es obvia, los que estaban espiando a Jesús, para ver de que acusarlo, se quedaron callados sin dar respuesta a Jesús.
Un detalle interesante es que ante esa reacción de los fariseos Jesús los miró con ira y tristeza porque no querían entender.
Una de las fórmulas del rito penitencial es confesar lo que hemos hecho mal, de pensamiento, palabra y obra, a lo cual se agrega de omisión, vale decir por no haber hecho el bien que podíamos o quizá teníamos que haber hecho.
En realidad, es peor no hacer el bien que haber hecho algún mal pequeño.
Ya lo decía san Alberto Hurtado: Está muy bien no hacer el mal, pero está muy mal no hacer el bien”, frase que citó el Papa Francisco en su visita pastoral a Chile el 16 de enero de 2018, en el Parque O’Higgins, lugar de la beatificación de Teresita de Los Ándes, unos 30 años antes. Meses más tarde,
el 12 de agosto de ese año 2018 parafraseó al jesuita chileno San Alberto Hurtado: ‘Es bueno no hacer el mal, pero es malo no hacer el bien’, frase que hizo repetir a todos los que le escuchaban. Dijo:
“Renunciar al mal significa decir ‘no’ a las tentaciones, al pecado y a Satanás. Más en concreto implica decir ‘no’ a una cultura de la muerte, que se manifiesta en la fuga de la realidad hacia una felicidad falsa, expresada en la mentira, la estafa, la injusticia y en el desprecio a los demás”.
Y subrayó que para ser “un buen cristiano es necesario hacer y sumarse al bien”. “Muchas veces se escucha a alguien que dice ‘Yo no hago el mal a nadie’. Y se cree que es un santo. De acuerdo, ¿pero el bien lo haces? Cuántas personas no hacen el mal, y tampoco el bien, y su vida transcurre en la indiferencia y la apatía”.
El Papa Bergoglio exhortó entonces a los jóvenes a “ser protagonistas del bien” porque “no hacer el mal no basta”. “Cada uno es culpable del bien que podía haber hecho y no hizo. No basta no odiar, hay que perdonar. No basta con no tener rencor, hay que rezar por los enemigos. No basta no dividir, sino que hay que hacer la paz donde no existe. No basta con no criticar, sino hay que interrumpir cuando escuchamos a alguien hablar mal”. Todo porque, “si no nos oponemos al mal, lo alimentamos en modo tácito”.