Nuevamente se nos transmiten sanaciones realizadas por Jesús en favor de enfermos. Curó hasta la suegra de Pedro, que una vez sanada de inmediato se puso a servirles.
Luego nos refiere Marcos que también se fue a un lugar solitario para orar y finalmente partió con los discípulos a otros pueblos a predicar el Evangelio, o sea la Buena Nueva, pues para eso dice ha venido. Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas (los templos judíos) y expulsando demonios.
Un par de enseñanzas más para nosotros:
Seguir el buen ejemplo de la suegra de Cefas: servir a los demás. No esperar ser atendidos por otros, sino ver en que servirlos, acogerlos cuando nos visitan, etc.
Orar. En todo momento, para que la predicación y la acción sanadora y exorcizante estén sostenidas por la profunda unión a Dios, de quien procede todos poder y de quien solo somos sus instrumentos.
Exorcizar. Todos podemos rezar el salmo 67 para pedir que se haga presente Dios, se dispersen sus enemigos y huyan de su presencia los que lo odian. Y no son pocos, lamentablemente…
Evangelizar. Animarnos a predicar a anunciar el Evangelio de Jesucristo a todos y en todas partes y siendo activos y creativos. Hoy usando las redes sociales, como el mismo Papa Francisco lo hace. Uno de los más re-twitteados del mundo.