P. José Luis Correa Lira
Ciertamente el texto comentado en forma breve ayer sirve de antesala para entender lo que debe haber ocurrido a los judíos cuando a Jesús en la sinagoga le pasan el rollo que contenía un texto del profeta Isaías y justo le toca leer el pasaje en que estaba escrito: ‘El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor’.
Eso no es lo más impactante, sino que al enrollar el volumen y devolverlo al encargado dice que eso que ha leído se ha cumplido hoy mismo, o sea en él.
Dice Lucas que todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios (al inicio de la perícopa dice igualmente que ‘todos lo alababan’)
No vamos a cuestionar eso, pero sí que les duró poco, pues al rato les entró la duda suspicaz, la crítica mordaz, la envidia mortal.
Finalmente, sabemos, la misión de profeta trae consigo destino de profeta. Lo abandonaron, entregaron, condenaron y asesinaron.
También pasa hoy que gusta oír lo que queremos oír, pero no lo que nos complica y cuestiona. Es fácil aceptar al Papa en su Encíclica Fratelli Tutti, pero cuando habla de la caridad para con uno mismo y con los demás al referirse a la vacunación como un acto de amor, entonces a muchos les molesta. O del cuidado de la casa común, en la Laudato Sí, pero que no hable de como hacerlo, con una economía solidaria, sustentable y eco-responsable, etc.
La fe y el culto ‘on demand’ es muy cómoda. Eso es cercenar, elegir a gusto de consumidor, amoldar según conveniencia.
Como dice el Papa una y otra vez: ¡eso no va!
Bendiciones
P. JL
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