P. José Luis Correa Lira
Hoy continúa el relato del encuentro de las parientes, Isabel y María, en el pueblito en la zona montañosa de Judea.
Ahora Lucas nos transmite el Magníficat, ese cántico de alabanza entonado por la Madre de Dios, que proclamamos al final de las Vísperas de cada tarde.
Como ‘salmo’ rezamos del primer libro de Samuel un texto que podríamos decir que María, como buena judía practicante, debe haber conocido y recitado y que quizá sirvió de base para su plegaria exultativa.
En el Magníficat recuerda María la fidelidad de Dios para con nosotros: acordándose de su misericordia, vino en ayuda de su pueblo.
Cada uno de nosotros podría componer su propio Magníficat para reconocer las maravillas que hace Dios en nuestras vidas, poniendo su mirada amorosa y bondadosa en nuestra humildad y pobreza.
Ojalá nos animemos a hacerlo en estos días de gracia.
Bendiciones
P. JL
p.jlcorrealira@gmail.com