P. José Luis Correa Lira
Ayer domingo cuarto del Adviento leíamos el texto lucano de la Visitación de María a su pariente Isabel.
Hoy el texto del Evangelio de la Misa es el justamente precedente al proclamado ayer: es la Anunciación, que es condición para la Visitación (y obviamente para el misterio de la Encarnación)
El texto nos transmite el nombre de “la virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José”: María.
El ángel, cuyo nombre también es conocido – Gabriel – la saluda diciéndole: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.”
Acto seguido tranquiliza a María con las palabras “no temas, María, porque has hallado gracia ante Dios.”
Luego le ‘explica’ el contenido del anuncio, ser la Madre de un hijo a quien pondrá por nombre Jesús y a la pregunta sobre el cómo será posible esto, el mensajero divino le responde señalándole que “el Espíritu Santo descenderá sobre Ella y el poder del Altísimo la cubrirá con su sombra”, y el Santo, que va a nacer de ella, será llamado Hijo de Dios.
En seguida la refiere a su pariente Isabel, que, a pesar de su avanzada edad, ha concebido un hijo, pues para Dios nada hay imposible.
Finalmente viene la esperada respuesta de María: Soy la esclava del Señor, hágase en mi según me has dicho.”
Un relato simple y hermoso, que abre las puertas a la redención. El sí de María que viene a componer el no de la primera mujer, Eva. Por eso María es llamada con razón la nueva Eva.
A María pedimos que nos haga ser como Ella, receptivos a las llamadas de Dios y colaboradores activos en la realización de los planes del Señor.
Bendiciones
P. JL
p.jlcorrealira@gmail.com