P. José Luis Correa Lira
En este cuarto y último domingo de Adviento, el Evangelio de la Misa de hoy nos trae la escena de La Visitación (que en el santo Rosario es parte de los misterios de gozo) En el texto Lucas nos dice que la Virgen María camina, encuentra, y se alegra.
En primer lugar, ella camina. Sí, sale, no se queda tranquila en casa (su zona de confort) y lo hace en forma apresurada y quizá arriesgada (va a una zona montañosa) Activa, proactiva.
En segundo lugar, encuentra a su pariente Isabel. Sobre el tema de la ‘Cultura del encuentro’ vale la pena volver a leer la Fratelli tutti del Papa Francisco.
Finalmente, María alegra y se alegra (‘Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador’) Ella es portadora de esperanza y alegría. Se alegra porque es la portadora del Emmanuel, del Dios con nosotros. El secreto de la alegría de María es que Ella está con alegría, porque confía en el Señor en todo.
En la escena del encuentro de María con Isabel se percibe un gran regocijo “la voz misma de María y la presencia de Cristo en su seno hacen ‘saltar de alegría’ a Juan” decía Juan Pablo II en su carta sobre el Rosario.
Anunciar el Evangelio con alegría y sin miedo “este es el secreto del cristiano: Dios está en medio de nosotros como un salvador poderoso. Esta certeza, como a María, nos permite cantar y exultar de alegría.” (Papa Francisco)
En su viaje apostólico a Rumanía (a fines de mayo de 2019), dijo el Papa argentino que “sin alegría permanecemos paralizados, esclavos de nuestras tristezas”. Y agregó que “a menudo el problema de la fe no es tanto la falta de medios y de estructuras, de cantidad, tampoco la presencia de quien no nos acepta”, sino que “el problema de la fe es la falta de alegría. La fe vacila cuando se cae en la tristeza y el desánimo.”
Si bien el domingo pasado era el domingo gaudete (de la alegría), nos alegramos por la pronta celebración del nacimiento de Jesús.
Hace unos diez días gritábamos con los hermanos nicaragüenses reunidos en el Santuario: ¿Quién causa tanta alegría? Y todos al unísono respondían: La Concepción de María.
Que contagiemos esa alegría celestial a todos acá en el pedazo de tierra que nos toca habitar y transformar.
P. JL
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