P. José Luis Correa Lira
Hoy comienza el tiempo litúrgico del Adviento, que indica el advenimiento, la llegada pronta de la celebración de la Navidad, el nacimiento de Cristo.
En estas cuatro semanas de preparación debemos estar despiertos y cultivar la vigilancia, el estar atentos, pues hay muchas cosas que nos pueden y suelen absorber, confundir y distraer de lo esencial, de lo que es verdadera y únicamente lo que celebramos el 25 de diciembre de cada año: la irrupción de Dios en la tierra, del eterno en el tiempo, del Señor en un niño indefenso y pobre, nacido de María la Virgen.
En el Evangelio de hoy Jesús dice que hay que evitar en este tiempo de espera todo tipo de excesos en comidas, bebidas y gastos, de preocupaciones desmedidas por lo material y no caer en las redes consumistas de tanta compra y arreglo exterior que muchas veces no va de la mano con la disposición interior.
Es un tiempo de estar en vela, de orar incesantemente (Lc 21, 35), vale decir en todo momento con la súplica anhelante ¡Ven!, Ven Señor no tardes, ven que te esperamos, ven que te necesitamos.
La ambientación religiosa en el hogar, con símbolos propios y no ajenos y enajenantes es también muy importante, pues de lo contrario mundanizamos y paganizamos la Navidad despojándola del sentido propio de la misma.
Algunos de esos signos litúrgicos externos, visibles, sensibles, son la corona de adviento (con los 4 cirios que se van encendiendo cada semana); el calendario de Adviento (24 ventanitas; se van abriendo, una cada día); las tarjetas de Adviento: 10 figuras, presentes en el establo cuando nace Jesús, donde cada personaje muestra una actitud a cultivar, para crecer espiritualmente; la Novena del Niño Dios; el Pesebre o Belén o Pasito, como se le suele llamar también; los ‘villancicos’.
El ‘Adviento es también un tiempo propicio para salir al encuentro de Cristo que viene, para convertir nuestras vidas a Él y ejercitar la misericordia con el prójimo’, pues “la generosidad ensancha el corazón y conduce a la magnanimidad.” “El enemigo de la generosidad es el consumismo, gastando más de lo que necesitamos”.
Les deseo un bendecido Adviento, para que la Navidad sea lo que debe ser: “una fiesta de familia con Jesús en el centro”.
P. JL
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