P. José Luis Correa Lira
En las vísperas de iniciar el Adviento, el Evangelio nos transmite palabras de Jesús que advierten estar alertas y atentos para que vicios, etc. no entorpezcan nuestra mente.
Efectivamente hay muchas cosas que atraen y atrapan, despistan y desorientan, no solo vicios.
Hay tres cosas que distraen y dificultan la espera correcta del Mesías: el libertinaje, la embriaguez y las preocupaciones excesivas de la vida.
Quien vive en el libertinaje, en la relativización y la disolución de las costumbres morales; quien vive enajenado por el alcohol, la droga, la pornografía y otros, y el que vive demasiado preocupado por adquirir siempre más bienes, tener siempre más placer y confort, encandilado por el espejismo del consumismo, está distraído y no espera, no se prepara convenientemente para celebrar la venida del Señor.
¿Qué puede distraernos y apartarnos de lo esencial? Obvio que lo secundario cuando desplaza lo principal, lo urgente cuando posterga y a veces se come lo importante.
Dicen que es necesario confeccionar una lista de irrenunciables, lo que es parte justamente de lo que hace y califica mi esencia y que no es pasajero, porque es perenne. Eso no significa intransigencia o intolerancia, sino claridad y capacidad de definición. Esto en tiempos donde mucho aparece como light, fluido líquido, (como decía el filósofo polaco Zygmunt Bauman) y cambiante.
A propósito de lo esencial, san Agustín decía que en ello debe haber unidad, en lo opinable, libertad y en todo, caridad.
Pidámosle a Dios que nos de descubrir, defender y difundir (proponer sin imponer) la verdad.
Bendiciones
P. JL
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