P. José Luis Correa Lira
Los profetas en el Antiguo Testamento son agrupados en los así llamados ‘mayores’ y los ‘menores.’
Entre estos últimos está Abdías, a quien se le adjudica el más breve de los libros proféticos, que contiene apenas veintiún versículos.
Este texto fue escrito en la época del exilio por un autor completamente desconocido. De los veintiún versículos que componen esta obra, casi la mitad (1-9) son paralelos a un texto de Jeremías (49. 7-22), pero en un orden diferente.
El núcleo central de este escrito es un oráculo contra el país de Edóm. Las relaciones de Israel con ese país siempre habían sido difíciles, llegando la tensión a su punto máximo cuando los edomitas aprovecharon la ruina de Jerusalén en el 587 a. C. para invadir la Judea meridional. Esto explica la reacción de Abdías, quien clama por la justicia de Dios y anuncia la revancha de Israel contra Edóm que será destruido y, a la vez, varios territorios vecinos de ese país serán anexados al territorio de Judá.
A pesar de lo breve, trae algunas importantes y sabias advertencias, por ejemplo: “A causa de tu violencia contra tu hermano Jacob quedarás cubierto de vergüenza” (V 10) y “no te alegres de la ruina de tu hermano en el día de su desgracia” (V. 12) o “la soberbia de tu corazón te ha engañado a ti” (V. 3)
Otras son:
“No vengas a mirar a la puerta el día en que le va mal a mi pueblo: ¿será bueno que veas sus sufrimientos el día de su desgracia? No eches mano de sus riquezas en el día de la desventura.” (V 13) y “no te pongas en la cruzada para matar a los que huyen, ni entregues a los sobrevivientes en el día de su angustia.” (V 14)
Pidamos a Dios escuchar a los profetas que suscita en el tiempo en que vivimos.
P. JL
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