P. José Luis Correa Lira
Comparto un par de párrafos del mensaje del Papa Fco. Jornada Mundial de los Pobres, hoy
Hay un “vínculo inseparable (…) entre Jesús, los pobres y el anuncio del Evangelio (…) Padre para los pobres y cercano a los pobres (…)
Los pobres (…) nos evangelizan, porque nos permiten redescubrir de manera siempre nueva los rasgos más genuinos del rostro del Padre. (…) Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a prestarles nuestra voz en sus causas, (…) a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la (…) sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos. Nuestro compromiso no consiste exclusivamente en acciones o en programas de promoción y asistencia; (…) sino ante todo una atención puesta en el otro “considerándolo como uno consigo”. Esta atención amante es el inicio de una verdadera preocupación por su persona, a partir de la cual deseo buscar efectivamente su bien» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 198-199).
Jesús no sólo está de parte de los pobres, sino que comparte con ellos la misma suerte (…)
Los pobres no son personas “externas” a la comunidad, sino hermanos y hermanas con los cuales compartir el sufrimiento para aliviar su malestar y marginación, para devolverles la dignidad perdida y asegurarles la necesaria inclusión social (…) una obra de beneficencia presupone un benefactor y un beneficiado, mientras que el compartir genera fraternidad. La limosna es ocasional, mientras que el compartir es duradero. La primera corre el riesgo de gratificar a quien la realiza y humillar a quien la recibe; el segundo refuerza la solidaridad y sienta las bases necesarias para alcanzar la justicia (…) los creyentes, cuando quieren ver y palpar a Jesús en persona, saben a dónde dirigirse, los pobres son sacramento de Cristo, representan su persona y remiten a él (…) (Hay que) abrir nuestro corazón para reconocer las múltiples expresiones de la pobreza y en manifestar el Reino de Dios mediante un estilo de vida coherente con la fe que profesamos. A menudo los pobres son considerados como personas separadas, como una categoría que requiere un particular servicio caritativo (…) convertirse en pobres de las riquezas efímeras, del poder mundano y de la vanagloria, (…) dar la vida por amor; (…) hacernos testigos de su caridad sin límites y devolverle credibilidad a nuestra presencia en el mundo. El Evangelio de Cristo impulsa a estar especialmente atentos a los pobres y pide reconocer las múltiples y demasiadas formas de desorden moral y social que generan siempre nuevas formas de pobreza (…) Un estilo de vida individualista es cómplice en la generación de pobreza, y (…) la pobreza no es fruto del destino sino consecuencia del egoísmo (…) es decisivo dar vida a procesos de desarrollo en los que se valoren las capacidades de todos, para que la complementariedad de las competencias y la diversidad de las funciones den lugar a un recurso común de participación.
Hay muchas pobrezas de los “ricos” que podrían ser curadas por la riqueza de los “pobres”, ¡si sólo se encontraran y se conocieran! Ninguno es tan pobre que no pueda dar algo de sí mismo en la reciprocidad. Los pobres no pueden ser sólo los que reciben; hay que ponerlos en condiciones de poder dar, porque saben bien cómo corresponder (…) Los pobres nos enseñan a menudo la solidaridad y el compartir (…) son personas a las que les falta algo, frecuentemente les falta mucho e incluso lo necesario, pero no les falta todo, porque conservan la dignidad de hijos de Dios que nada ni nadie les puede quitar (…) no perder nunca de vista la oportunidad que se ofrece de hacer el bien (…) No se trata de aliviar nuestra conciencia dando alguna limosna, sino más bien de contrastar la cultura de la indiferencia y la injusticia con la que tratamos a los pobres (…) que se aumente la sensibilidad para comprender las necesidades de los pobres (…) La ayuda inmediata para satisfacer las necesidades de los pobres no debe impedirnos ser previsores a la hora de poner en práctica nuevos signos del amor y de la caridad cristiana como respuesta a las nuevas formas de pobreza (…)
No podemos esperar a que llamen a nuestra puerta, es urgente que vayamos nosotros a encontrarlos en sus casas, en los hospitales y en las residencias asistenciales, en las calles y en los rincones oscuros donde a veces se esconden, en los centros de refugio y acogida (…) don Primo Mazzolari: ‘no me pregunten si hay pobres, quiénes son y cuántos son, porque temo que tales preguntas representen una distracción o el pretexto para apartarse de una indicación precisa de la conciencia y del corazón. […] Nunca he contado a los pobres, porque no se pueden contar: a los pobres se les abraza, no se les cuenta’ (…) Los pobres están entre nosotros.”
P. JL
p.jlcorrealira@gmail.com