P. José Luis Correa Lira
El texto del Evangelio de hoy (Mc 12, 28ss.) es el doble precepto del amor: “Amarás al Señor con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y primer mandamiento. El segundo es este: amarás al prójimo como a ti mismo” (Cf. el paralelo en Mt 22, 37–39 y Jn 13, 34)
Los dos mandamientos están formulados como imperativos, vale decir, no como algo sugerido, sino que mandado. Pero, además, Jesús no solo los enuncia, sino que los puntualiza, recuerda la modalidad e intensidad de ese amor.
La explicación y aplicación concreta es, dicha en positivo: Haz al otro lo que te gustaría que te hicieran (y desearan) y en versión negativa: No hagas al otro lo que no te gustaría que te hicieran, (ni desearan)
Se trata de un único mandamiento del amor, como una moneda o medalla de dos caras.
La respuesta de Jesús al escriba que le formula la pregunta por el primero, o sea también más importante de los mandamientos, cita Deuteronomio 6, 5 y Levítico 19,18.
El así llamado ‘mandamiento nuevo’, del amor al prójimo, es sin embargo antiguo, pues se encuentra en el Antiguo Testamento ya citado (Lev, 19 18). Lo novedoso es que Jesús lo coloca a la misma altura que el primero. Lo saca del montón (cientos) de normas que tenían los judíos y le da otra categoría. Se transforma en el punto de verificación de lo auténtico o no que es el amor a Dios, como apunta más tarde san Juan: “si dices que amas a Dios, a quien no ves, y no amas a quien sí ves, te engañas” (Cfr. 1 Jn 4, 20)
Sobre el amor a sí mismo dice el papa Francisco en la Amoris Laetitia (AL 101) “para amar a los demás primero hay que amarse a sí mismo (…) quien es incapaz de amarse a sí mismo encuentra dificultades para amar a los demás:
Hay gente que se detesta a sí misma; que se hace daño. Amarse a sí mismo no tiene nada que ver con el narcisismo; tampoco es egolatría. Es tener autoestima sana, saber aceptarse (soy el que soy; pues así me quiso y así me hizo Dios) “Aceptarse a sí mismo, saber convivir con las propias limitaciones, e incluso perdonarse, para poder tener esa misma actitud con los demás” (AL 107) También “aceptar el propio cuerpo tal como ha sido creado, (…) La educación sexual debe ayudar a aceptar el propio cuerpo” (AL 285)
En Schoenstatt hablamos de ‘autoeducacíón; la ‘educación de sí mismo por sí mismo’; sin negar el valor y rol que también tiene la heteroeducación: la comunidad educa; hay educadores, formadores en las comunidades.
Eso a través del autoconocimiento, la autoaceptación, la autoeducación, del cultivo de actitudes a través de actos y acciones concretos a través de propósitos.
Finalizo con una cita del Papa Francisco: “el amor no es sólo un sentimiento, sino que se debe entender en el sentido que tiene el verbo «amar» en hebreo: es hacer el bien. Como decía san Ignacio de Loyola, ‘el amor se debe poner más en las obras que en las palabras’.” (AL 94).
Bendiciones
P. JL
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