P. José Luis Correa Lira
En el Evangelio de la Eucaristía de hoy Jesús advierte que si no nos convertimos…
La primera conversión se dio en nuestro bautismo, pero toda la vida del cristiano es un camino de permanente conversión. Como ven no es algo estático y limitado a solo un instante, sino dinámico que, por lo mismo, experimenta, naturalmente altos y bajos. Ayuda en este proceso la vida sacramental y la vida de oración, así como también la participación activa en la comunidad eclesial. Y a propósito, hoy se habla incluso de una conversión pastoral. Implica una transformación que en el pontificado del Papa Francisco supone la sinodalidad, el caminar juntos, la escucha reciproca y de otros, la libertad como para dejar atrás estructuras obsoletas y por sobre todo un cambio de mentalidad y actitud.
Como todo proceso de vida, y para que sea fecunda, la conversión permanente va de adentro hacia afuera, tiene su ritmo, muchas veces lento, pero que de vez en cuando experimenta aceleraciones.
La palabra griega que expresa este proceso de conversión es metanoia. La usa Jesús, obviamente en hebreo, muchas veces y se emplea en la Misa al comienzo de los grandes tiempos litúrgicos, del Adviento y la Cuaresma.
Ojalá tomemos en serio esta exhortación del Señor, sabiendo que es su santo Espíritu quien nos da fuerza para avanzar en este camino.
Por intercesión de la Madre de los convertidos a su Hijo Jesús, nos bendiga Dios.
P. JL
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