P. José Luis Correa Lira
En mayo de 2013, el Papa Francisco canonizó a la maestra de misión colombiana Laura Montoya, quien falleció en octubre de 1949 en Medellín.
Esta santa nacida en la pequeña población colombiana de Jericó, fundó la Congregación de las Misioneras de María Inmaculada y de Santa Catalina de Siena, mas conocidas como las Lauritas.
Personalmente conocí un grupo de ellas en la parroquia Santa Cruz, en la Arquidiócesis de Camagüey, Cuba.
Laura Montoya Upegui, sintió en su corazón el clamor y el dolor de los pueblos indios y negros de Latinoamérica. Porque para ella, “fue indio todo anhelo, india la luz que le promete el cielo y también indio el corazón de Dios” (Jorge Robledo Ortiz). Al experimentar en ella el amor paternal de Dios, sintió volverse madre espiritual de los indios y desechados de la sociedad. Quería hacerles sentir, como ella había sentido, el amor de Dios Padre que nos crea, de Dios Hijo que nos salva y de Dios Espíritu que nos ilumina y fortalece. Laura fue una convencida de que sólo a través de la toma de conciencia de la filiación divina se puede dinamizar un proceso de dignificación en libertad y justicia que garanticen la vida, la realización y la felicidad, el amor a la vida y el respeto a ella, el uso los derechos y la responsabilidad de los deberes. Su ideal fue caminar con ellos, a su ritmo hasta llevarlos a recuperar aquella autonomía creadora que habían perdido y que en nuevas condiciones dignas y dignificantes vivieran su identidad en medio del nuevo mundo que había surgido a partir de la colonia y la conquista.
Las misioneras de la Madre Laura, construyen, desarrollan y acompañan diversos proyectos y procesos que emanan de las pastorales indígenas, afro, afrocaribeña y campesina, en coordinación con la Iglesia local y las organizaciones propias de los pueblos que acompañan.
Dios siga bendiciéndonos con santas latinoamericanas.
P JL
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