P. José Luis Correa Lira
El ‘Papa bueno’, así llamaban a San Juan XXIII, el Papa Angelo Roncalli, tuvo la inspiración y valentía al convocar al Concilio Vaticano II, que pudo iniciar justamente un día como hoy en 1962. No lo pudo llevar a término (lo que le tocó a su sucesor san Pablo VI), pues falleció ocho meses después.
En su pontificado, que algunos pensaban que iba a ser breve (finalmente duró casi 5 años) alcanzó a hacer grandes cosas:
Tan sólo tres meses después de su elección como Papa, anunció el XXI Concilio Ecuménico, llamado después Concilio Vaticano II, el I Sínodo de la Diócesis de Roma y la revisión del Código de Derecho Canónico.
El Papa Juan XXIII escribió ocho encíclicas en total, entre las cuales destacan “Pacem in Terris” (la primera que no está dirigida en exclusiva a los creyentes) y “Mater et magistra”. Su magisterio social hace que sean consideradas como unos de los documentos más importantes de nuestra época.
Otras aportaciones novedosas fueron que, por primera vez en la historia, nombró cardenales de otras razas. Así, entre los 37 nuevos cardenales se encontraban un tanzano, un japonés, un filipino, un venezolano y un mexicano.
En diciembre de 1960, se reunió en el Vaticano con el arzobispo de Canterbury, Geoffrey Francis Fisher. Hacía más de 400 años, desde la excomunión de Isabel I, que la máxima autoridad de la Iglesia de Inglaterra no se reunía con el Papa.
Y no hay que olvidar que, en enero de 1962, excomulgó a Fidel Castro por declararse marxista, mostrar hostilidad manifiesta contra la Iglesia, expulsar sacerdotes y religiosas, así como cerrar las escuelas católicas.
Y el 6 de mayo del mismo año, canonizó al primer santo negro de América, el peruano San Martín de Porres (solo realizó tres canonizaciones).
Por intercesión del Papa Bueno a quien no le tembló la mano para tomar esas y otras decisiones, Dios bendiga a la Iglesia y al mundo.
P.JL