P. José Luis Correa Lira
En el texto del Evangelio de hoy no hay ningún signo de desprecio de Jesús para con María su Madre, al responder a la mujer que gritó de entre la multitud: ‘Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te amamantaron’.
En la respuesta de Jesús, ‘dichosos todavía más los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por práctica’ hay una referencia indirecta pero clara a que eso lo hizo María. Basta remontarse a la escena de la Anunciación, en la cual Ella responde a Dios a través del ángel: Hágase en mi según tu palabra.’
La Virgen María es la mujer de la escucha atenta de la voluntad de Dios y de la cooperación activa en la puesta en práctica de lo que Dios quiera.
San Agustín dice en un famoso sermón en que comenta este texto de Lucas: “¿Acaso no hacía la voluntad del Padre la Virgen María, que en la fe creyó, en la fe concibió, elegida para que de ella nos naciera la salvación entre los hombres, creada por Cristo antes de que Cristo fuese en ella creado? Hizo sin duda Santa María la voluntad del Padre; por eso más es para María ser discípula de Cristo que haber sido madre de Cristo. Más dicha le aporta el haber sido discípula de Cristo que el haber sido su madre. Por eso era María bienaventurada, pues antes de dar a luz llevó en su seno al maestro (…) Por eso era bienaventurada María, porque oyó la palabra de Dios y la guardó: guardó la verdad en la mente mejor que la carne en su seno. Verdad es Cristo, carne es Cristo; Cristo Verdad estaba en la mente de María, Cristo carne estaba en el seno de María: más es lo que está en la mente que lo que es llevado en el vientre. Santa es María, bienaventurada es María, pero mejor es la Iglesia que la Virgen María. ¿Por qué? Porque María es una porción de Iglesia, un miembro santo, un miembro excelente, un miembro supereminente, pero al fin miembro de un cuerpo entero. Si es parte del cuerpo entero, más es el cuerpo que uno de sus miembros. El Señor es Cabeza y el Cristo total es cabeza y cuerpo. ¿Qué diré? Tenemos una Cabeza divina, tenemos a Dios como Cabeza.” (Sermón 72/A, 7)
Bendiciones de Dios por intercesión de su bendita Madre, primera y perfecta discípula.
P.JL
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