P. José Luis Correa Lira
En el Evangelio se nos transmite una escena que revela una realidad teológica importante. Juan acusa a uno que expulsaba demonios en el nombre de Jesús, sin pertenecer al grupo de los discípulos.
Jesús confirió a los Doce poder y autoridad para expulsar toda clase de demonios (Lc 9, 1-6). Lo hicieron (Cf. Mc 6, 7-13. Hch 5, 16; 16, 16-18) aunque no siempre les resultó (Cf. Mateo 17, 16). Jesús mismo lo practicó (Cf Mc 1,25s; etc.). “Los exorcismos de Jesús liberan a los hombres del dominio de los demonios (Cf Lc 8, 26-39). Anticipan la gran victoria de Jesús sobre ‘el príncipe de este mundo’ (Jn 12, 31)” (Catecismo 550)
De Él tiene la Iglesia el poder y el oficio de exorcizar (Cf Mc 3,15; 6,7.13; 16,17).
En el sacramento del bautismo tiene lugar, en forma simple, el exorcismo. “Puesto que el Bautismo significa la liberación del pecado y de su instigador, el diablo, se pronuncian uno o varios exorcismos sobre el candidato. Este es ungido con el óleo de los catecúmenos o bien el celebrante le impone la mano y el candidato renuncia explícitamente a Satanás. Así preparado, puede confesar la fe de la Iglesia, a la cual será ‘confiado’ por el Bautismo (cf Rm 6,17)”. (Catecismo 1237)
En la petición del Padrenuestro ‘líbranos del mal’, “el mal no es una abstracción, sino que designa una persona, Satanás, el Maligno, el ángel que se opone a Dios. El ‘diablo’ [‘dia-bolos’] es aquél que ‘se atraviesa’ en el designio de Dios y su obra de salvación cumplida en Cristo.” (Catecismo 2851) Diablo proviene del griego diábolos que representa a un “acusador”, “difamador” o “calumniador” y está compuesta del prefijo dia- que significa “a través de” y ballein que representa “arrojar” o “tirar” mentiras, prejuicios y otros males.
Un sacerdote puede practicar un exorcismo solemne, pero tiene que obtener permiso del obispo para hacerlo (Cf. Catecismo1673). “Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del maligno y sustraída a su dominio, se habla de exorcismo.” (Catecismo1673)
Hay, sin embargo, un salmo exorcista, el 67, que todos podemos rezar: Así pide este salmo: Surja Dios, se dispersen sus enemigos y huyan de su presencia los que lo odian.
El demonio existe y actúa. “El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos”, dice el IV Concilio de Letrán en el año 1215. (Cf. Catecismo 391) “Satán o el diablo y los otros demonios son ángeles caídos por haber rechazado libremente servir a Dios y su designio. Su opción contra Dios es definitiva. Intentan asociar al hombre en su rebelión contra Dios.” (Catecismo 414)
Por la intercesión de quien es el gran antidiabólico por excelencia, la Santísima Virgen, el Señor nos libre de todas las acechanzas del demonio.
P. JL
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