P. José Luis Correa Lira
Una parte del texto lucano de la Misa de hoy ya lo reflexionamos días atrás (la pregunta por la identidad de Jesús) entonces me ciño ahora al marco referencial en que se da este diálogo del Señor con los discípulos: se había retirado a un lugar solitario para orar.
Ambas cosas son de gran importancia. El estar a veces a solas, lo que permite concentración, tranquilidad, meditación, y ayuda a crear un ambiente más propicio para la oración.
No se retiraron por alejarse, distanciarse y desentenderse de los demás, sino para volver a intimar como comunidad fraterna, para quizá hacer el discernimiento comunitario de lo que estaban experimentado, compartir vivencias y sentimientos al respecto. También para poder entrar en la escuela de la escucha del Maestro y recibir nuevas enseñanzas, instrucciones y disposiciones (‘les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie’)
Podemos preguntarnos si nos tomamos el tiempo para serenarnos en medio del ajetreo cotidiano, silenciarnos del ruido a veces ensordecedor, tomar distancia, incluso física, para meditar, para orar, para discernir y decidir.
Es bueno intentarlo, un ratito a diario (la meditación de la vida como la propone el padre Kentenich) y al menos un par de horas al mes (ojalá un medio día), y un retiro anual más largo.
Dios nos lo conceda.
P. JL
p.jlcorrealira@gmail.com
Sugerencia:
P. Rafael Fernández. La meditación de la vida. Editorial Nueva Patris. Chile.