P. José Luis Correa Lira
Hoy el calendario litúrgico nos invita a celebrar, como memoria obligatoria a san Pio de Pietrelcina, ‘el Padre Pio’, uno de los santos más famosos y queridos del siglo XX.
En concordancia con el tema reflexionado ayer es bueno recordar que este gran santo fue atacado físicamente regularmente por fuerzas demoníacas.
Además de los estigmas, otro de los aspectos más extraordinarios de la vida espiritual del Padre Pío fue su explícita guerra espiritual con lo demoníaco.
“Los verdaderos enemigos del Padre Pío eran los demonios que lo asediaban”, dijo en una ocasión el padre Gabriele Amorth, destacado exorcista romano, quien explicó que “el diablo se le aparecería como un feo gato negro, o con la forma de un animal verdaderamente repugnante. La intención obvia era llenarlo de terror. Otras veces, los demonios llegaban de jovencitas, desnudos y provocadores, realizando bailes obscenos, para probar la castidad del joven sacerdote. Pero el Padre Pío sintió su mayor peligro cuando el diablo trató de engañarlo tomando la forma de uno de sus superiores (su superior provincial o su director espiritual) o en una forma sagrada (el Señor, la Virgen o San Francisco)”.
Satanás incluso a veces atacaba físicamente a San Padre Pío. Él describe esto en una carta que le escribió a un sacerdote confidente:
“Estos demonios no paran de golpearme, incluso de hacerme caer de la cama. ¡Incluso me arrancan la camisa para golpearme! Pero ahora ya no me asustan. Jesús me ama, a menudo me levanta y me vuelve a colocar en la cama.”
Nuevamente invocamos a la Madre Celestial, la que aplasta la cabeza de la serpiente, imagen apocalíptica del demonio.
Bendiciones
P. JL
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