P. José Luis Correa Lira
Todos hemos tenido más de alguna vez la experiencia de un ‘apagón’, fruto del cual se corta la luz y todo el sistema eléctrico queda fuera de servicio.
Amén que los electrodomésticos no funcionen y por ejemplo las cosas que hay en un refrigerador se puedan estropear, la falta de luz trae consigo la sensación de inseguridad. La oscuridad que domina el ambiente hace sentir indefenso. Andar a tientas buscando una vela que encender o una linterna, la del mismo celular u otra, no es fácil.
El Evangelio de hoy nos recuerda el sentido del encender una candela, cual es que alumbre para que todos puedan ver.
El día del bautismo, a nuestros padrinos y papás se les hizo entrega de una velita con el compromiso que la luz no se extinga, sino que ilumine la vida del neófito y éste, a su vez, se transforme en un faro que guie a otros.
Esa luz es tomada del Cirio Pascual, encendido en la Vigilia de Pascua de Resurrección, en la que se ingresa en procesión con el cirio recién encendido en la hoguera. A medida que se avanza hacia el altar se canta: ‘Luz de Cristo’ a lo que la asamblea responde: ‘Demos gracias’.
En algunas celebraciones se introduce además el canto: ‘Esta es la luz de Cristo, yo la hare brillar… Brillará, brillará sin cesar.’
Que, por intercesión de Santa María Virgen, Nuestra Señora de la Candelaria, no nos falte claridad, y llevemos luz para iluminar, que es hoy el reto en la oscuridad.
Bendiciones
P.JL
p.jlcorrealira@gmail.com