P. José Luis Correa Lira
Una de las tantas cosas que causaba escándalo entre los fariseos y demás críticos de Jesús era el trato que le dispensó a las mujeres en general y a conocidas pecadoras en particular.
Veamos algo de las mujeres seguidoras y colaboradoras de Jesús. Entre el grupo grande de discípulos se cuenta a varias mujeres que lo seguían, es conocida la amistad de Jesús con las hermanas Marta y María, de Betania, y al pie de la cruz estaban, junto a su madre, la “hermana de su madre, María mujer de Cleofás, y María Magdalena” (Jn 19, 25), y “muchas mujeres mirando desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle” (Mt 27, 56).
Sobre como Jesús acogió a pecadoras, baste recordar el Evangelio según Juan (Jn 7, 53 – 8,11) nos trae la escena de la mujer sorprendida en adulterio, y el Evangelio de hoy (Lc 7, 36 – 50), en el que se nos narra como Jesús trata a la mujer de mala vida, quien tomó consigo un frasco con perfume y se puso detrás de Jesús a llorar y mojar los pies del Maestro con sus lágrimas, enjugándolos con su cabellera, besándolos y ungiéndolos con el perfume.
Una descripción llena de esos finos y tan simbólicos detalles. Finalmente le dice Jesús a ella: Tus pecados te han quedado perdonados, (…) “Tu fe te ha salvado, vete en paz”. (Lc 7, 48 – 50) similar a lo que le dice a la adúltera en el relato joánico: No te condeno; vete en paz y en adelante no peques más.
Aprendamos de Jesús a respetar y enaltecer a toda mujer.
p.jlcorrealira@gmail.com