¡Como si nos volviéramos a casar! fue así como se organizaron, primero con la elaboración de las invitaciones, luego con la coordinación de la recepción y de los detalles de la santa Misa.
Las mujeres prepararon una serenata a los esposos; fue un día emotivo, después de meses sin verse presencialmente y que quedará por siempre en sus corazones. De esta manera quisieron expresarse gratitud y el deseo de seguir caminando juntos.
Además, hicieron de este rito un día especial, agregándole un valor más sentimental con los bouquet de flores, confeccionándolos cada una de manera personalizada. En la noche previa se reunieron para armar los ramos, con el apoyo de su amiga Melania Dittel, así como también los botonier de los hombres. Los ramos de flores fueron posteriormente utilizados para adornar las mesas de la recepción. Por lo que, en todo lo plasmado, también estaba reflejado su trabajo, compromiso y amor.
Fue así como durante este camino de formación, aprendieron, se reencantaron, se apoyaron y se tomaron de nuevo de la mano para seguir en esta sublime vocación del matrimonio. Vivieron en la exhortación apostólica Amoris Laetitia “el sacramento del matrimonio no es una convención social, un rito vacío o el mero signo externo de un compromiso. El sacramento es un don para la santificación y la salvación de los esposos, porque su recíproca pertenencia es representación real, mediante el signo sacramental, de la misma relación de Cristo con la Iglesia” (numeral 72, capítulo 3).
Que la Mater siga siendo guía en este proceso de formación.