P. José Luis Correa Lira
Hace 20 años fue el atentado terrorista que no solo derribó las torres gemelas en NYC, sino que acabó con la vida de tantas personas inocentes.
Fue un hecho criminal brutal que nunca se debe olvidar. El memorial en recuerdo de las víctimas, entre ellos muchos rescatistas, incluidos sacerdotes, nos debe alertar que la violencia no conduce a nada y solo engendra más violencia. Por otro lado, el agradecimiento a esos voluntarios, debe motivarnos a imitar ese ejemplo tan noble de incluso arriesgar la vida por ayudar a otros, indefensos, expuestos a todo tipo de actos vandálicos que, lamentablemente a menor, mayor o igual escala, se siguen produciendo en todo el planeta.
Entre los sacerdotes fallecidos a raíz del colapso de las torres gemelas se encuentra el padre franciscano Robert Judge, capellán del cuerpo de Bomberos de Nueva York, quien murió presumiblemente de un trauma craneoencefálico severo que recibió al momento de la caída de la torre sur. Al padre Judge se le consideró la ‘Víctima 0001’ del atentado.
En estos nuestros y estos días sigue habiendo asesinatos de gente que hace el bien. Así fue el caso del padre André, sacerdote de 70 años que dirigía un orfanato y servía a indigentes en la segunda ciudad más grande de Haití, Cap Haitien. Se suma a la larga lista de mártires, en este caso de la caridad.
En unos meses, exactamente el 22 de enero del 2022, serán beatificados en San Salvador, los mártires Rutilio Grande, sacerdote jesuita, Nelson Lemus, Manuel Solórzano y Fray Cosme Spessoto. Le ceremonia la presidirá el cardenal Gregorio Rossa Chávez, obispo auxiliar de San Salvador, quien fuera durante mucho tiempo secretario privado de san Óscar Romero. El padre Rutilio fue asesinado en marzo de 1977, a los pocos días que Mons. Romero tomara posesión de su cargo como Arzobispo de la Arquidiócesis de San Salvador.
Pidamos al Señor que nos siga bendiciendo con estos mártires de la caridad y de la fe.
P. JL
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