P. José Luis Correa Lira
El texto lucano del Evangelio de hoy vuelve a decir que mucha gente había ido de distintos lugares a oír a Jesús y a pedirle que los curara de enfermedades y posesiones demoníacas (atormentados por espíritus inmundos) Incluso dice que todos querían tocar a Jesús pues de Él salía una fuerza que sanaba a todos.
San Juan Pablo II señalaba, citando este pasaje bíblico, que “quien invoca con fe el nombre de Jesús, puede hacer una experiencia semejante a la que señala el evangelista Lucas, cuando refiere que la multitud procuraba tocar a Jesús, ‘porque salía de él una fuerza que sanaba a todos’ (Lc 6, 19).
Y en una audiencia pública añadió que: “en la sinagoga de Nazaret Jesús había aplicado a sí mismo la profecía de Isaías que comienza con las palabras: ‘El Espíritu del Señor sobre mí’ (Lc 4, 18). Aquel ‘estar el Espíritu sobre él’ se extendía a todo lo que él ‘hacía y enseñaba’ (Hch 1, 1). En efecto, escribe Lucas que ‘Jesús volvió (del desierto) a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la región. Él iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos’ (Lc 4, 14-15). Aquella enseñanza despertaba interés y asombro: ‘Todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca’ (Lc 4, 22). Lo mismo se nos dice de los milagros y del singular poder de atracción de su personalidad: toda la multitud de los que ‘habían venido (de todas partes) para oírle y ser curados de sus enfermedades, … procuraba tocarle, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos’ (Lc 6, 17-19). ¿Cómo no reconocer en ello también una manifestación de la fuerza del Espíritu Santo, concedido en plenitud a él como hombre, para animar sus palabras y sus gestos?”
Ojalá seamos creyentes y no incrédulos frente a Jesús y de sus sacramentos en la Iglesia, de quien brota esa
fuerza sanadora y vivificadora.
Bendiciones
P. JL p.jlcorrealira@gmail.com